La señorita Bubble by Ledicia Costas

La señorita Bubble by Ledicia Costas

autor:Ledicia Costas [Costas, Ledicia]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Infantil
editor: ePubLibre
publicado: 2017-09-01T00:00:00+00:00


CAPÍTULO VII

LA MAFIA SICILIANA

Por un momento Noa y Sofi pensaron que se habían librado de la visita al despacho de la directora. Por desgracia, no fue así. Al día siguiente, tan pronto llegaron a la escuela, encontraron a doña Úrsula y a su hermana doña Paola esperando por ellas en el recibidor. Formaban un dúo muy curioso. La directora debía de pesar cerca de cien kilos, y la bibliotecaria no pasaba de los cuarenta. Eran una elefanta y una faneca. O una caniche y una bulldog, pero con bigote.

—Vas a desear no haberme conocido. —Ese fue el amable saludo que le dedicó doña Úrsula a Noa.

«En lugar de maestras parecen dos matonas», pensó ella. De hecho, esos eran los rumores que corrían por la escuela. Las malas lenguas afirmaban que doña Paola y doña Úrsula escondían un pasado turbio. Había incluso quien aseguraba que la directora había estado unos años en prisión por sus estrechos vínculos con la mafia siciliana. Lejos de acobardarse, Noa optó por la sinceridad y le dijo a la bibliotecaria lo que pensaba de la manera más educada que pudo:

—Ya deseo con todas mis fuerzas no haberla conocido, doña Úrsula, quédese usted tranquila.

—¿No te había dicho que era una insolente? —inquirió la bibliotecaria dirigiéndose a su robusta hermana.

—Ya veo —contestó doña Paola con aquella calma desasosegante que la caracterizaba—. Tranquila, Ursu. Me hago cargo de la situación. Derechitas a mi despacho —ordenó echando a andar, sin dar opción a réplica.

Las niñas obedecieron. ¿Qué otra cosa podían hacer? Era la directora, la jefa de la escuela, la Bulldog. No había salida posible. Sofi se agarró a su hermana. Tenía tanto miedo… No quería quedarse con ellas a solas en el despacho por nada del mundo. Estaba segura de que aquellas mafiosas serían capaces de meterlas en un horno o electrocutarlas en una máquina infernal si tuviesen la ocasión. Ellas sí, y no la señorita Bubble.

Doña Paola cerró la puerta de su despacho con precaución, evitando hacer ruido. Siempre se comportaba así, de manera siniestra, como si se pasara la vida esperando el momento oportuno para atacar a su presa y matarla por aplastamiento. Las mandó sentar y se arremangó. Después encendió uno de aquellos enormes y malolientes puros que fumaba a diario y les lanzó una nube de humo directa a la cara. Se comportaba como un auténtico capo de la mafia.

—Lo que hicisteis ayer es gravísimo. Primero, faltarle al respeto a una maestra, y no contentas con eso, huir de la escuela.

—Mi hermana no le ha faltado al respeto a nadie —intervino Noa en voz baja—. Yo soy la única responsable. Y supongo que está al tanto de que es asmática. El humo le hace daño.

—¡Silencio! —le espetó la Bulldog retorciendo los músculos de la cara en un gesto horrendo.

Sofi contuvo la respiración. ¡Qué mujer tan desagradable! Delante de los padres, disimulaba, fingiendo ser una señora amable, comprensiva y paciente. En cuanto se daban media vuelta, contraía los músculos de la cara y volvía a su ser.



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